

AUDACIA
Por: Lic. Pablo A. Carranza R. *
"Si algo salía mal, aprendíamos y lo volvíamos a intentar"
"-La gente miraba asustada, expectante, sorprendida. Todos temíamos una tragedia...el sargento estaba cayendo desde 20 metros de altura..."
Antes de las 7 de la mañana las calles del centro de Guadalajara ya nos veían pasar: nos estabamos concentrando en un solo lugar los Grupos Menor, Mayor y Femenil del Pentathlón Jalisco para participar en el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana.
Nuestras camisetas blancas habían sido impresas con las fotografías del General Emiliano Zapata y del General Felipe Angeles. Desde semanas anteriores los instructores nos enseñaron quiénes habían sido estos grandes hombres de nuestra historia y nos sentíamos orgullosos de honrarlos ese 20 de noviembre de 1973.
A las 10 de la mañana comenzó el desfile deportivo; solo en el Grupo Menor participábamos unos 500 elementos: el Cuerpo especial de Toombling con espectaculares saltos del tigre y mortales; la Escuela de Cadetes con sus Tropas de Asalto y de Auxilio, con exhibiciones de Yonca. La Escuela de Reclutas realizando impresionantes pirámides de hasta 4 "pisos". Todos en perfecta coordinación, demostrando agilidad y destreza.
En la esquina de las principales avenidas (16 de septiembre y Juárez), hay edificios de más de 20 metros. De un lado a otro Tropas de Auxilio del Grupo Mayor habían tirado un cable por donde comenzaron a pasar deslizándose sobre su cuerpo (lo que llamamos "tirolesa") los cadetes y clases del cuerpo.
El sargento del menor Alfredo Rosales León de 15 años de edad trepó al edificio y comenzó a deslizarse. El viento soplaba con fuerza y la cuerda se columpiaba peligrosamente. Antes de llegar a la mitad del camino su cuerpo se volteó boca arriba. Toda la gente lanzó un grito de espanto. Veíamos con angustia como Rosales intentaba con pies y manos girar para quedar nuevamente arriba de la cuerda. Sin pensarlo el oficial Vicente Sandoval Valdivia se lanza en su auxilio, pero por razón de su peso y los violentos y desesperados movimientos que hacía Rosales la maniobra parecía suicida, tiene que retroceder. Desde abajo le gritábamos que conservara la calma y que no se columpiara. Pasaron varios minutos de desesperación. La columna del desfile se detuvo, silencio... Rosales no podía girar. Para esos momentos sus piernas quedaron colgando y sólo se sostenía con sus manos. Temíamos lo peor. El sargento Arturo Cruz pasó volando por toda la columna de pentathletas en desfile hasta alcanzar al contingente de la Unidad "Héroes de Chapultepec" quienes llevaban una lona para el salto que desde la cúspide de una pirámide realizaba un cadete, el sargento Cruz se las arrebata y entre varios la tensaron y la sostuvieron. Por fin Rosales cayó y al rebotar sobre la lona dio un salto para caer de pie sobre el pavimento. La gente quedó impresionada y llovieron los aplausos: creyeron que era parte de la exhibición, pero la verdad fue un gran susto el que nos llevamos todos.
Así era nuestra vida en el Pentathlón: esfuerzo, agilidad, destreza, resistencia, arrojo... y aun si algo nos salía mal, aprendíamos y lo volvíamos a intentar.
Semanas después realizamos una excursión a la barranca; cuando estábamos formados para lanzarnos en tirolesa, el primero de la fila era mi Sargento Alfredo Rosales León...
Revista Insignia Agosto del 2000
Director Lic. Arturo Ortega Ponce